La arquitectura tradicional de Ibiza constituye uno de sus principales sellos de identidad, ya que es única en el mundo. Antiguamente, los ibicencos vivían en casas solitarias en mitad del campo, sin conformar núcleos urbanos. Una de las excepciones más relevantes es el Poblado de Balàfia, en Sant Llorenç, de origen medieval. Fue creado a partir de una vieja alquería musulmana que, con la llegada de los cristianos, evolucionó a un total de siete casas agrupadas, con dos torres de defensa. Se tiene constancia documental de ellas en el siglo XV.
Este conjunto monumental ofrecía una importante defensa a sus habitantes frente a los saqueos de los piratas berberiscos, que a partir del siglo XVI se hicieron más frecuentes. Los campesinos de Balàfia, cuando intuían el peligro, se refugiaban en el interior de las torres y no salían hasta que los invasores decidían marcharse o buscar objetivos más fáciles.