Vamos a explorar la zona norte de la isla atravesando los principales pueblos del municipio de Sant Joan de Labritja, el menos poblado de la isla con apenas 5.600 habitantes. Aquí la tranquilidad está más que garantizada, con minúsculos pueblos escondidos entre el campo y el bosque que huyen del turismo más bullicioso. El que adore esta escena de paz adorará este municipio, un lugar estupendo para seguir conociendo la tradición que aún se fomenta en municipios como éste.
Sant Joan de Labritja
Con un nombre así, es normal que la fecha más señalada de este pueblo con encanto sea la del solsticio de verano, fecha en honor al santo patrón San Juan que en el pueblo de homónimo nombre no iba a pasar inadvertido. Cada año, gran parte de la isla se dirige a este lugar para celebrar esta emblemática celebración con música y fiesta y al acercarse las 12 de la noche, se prenden varias hogueras para que los asistentes puedan saltarlas y así conseguir que sus mejores deseos se cumplan.
Sant Vicent de Sa Cala
Sant Vicent es uno de los pueblo más pequeño de la isla pero no por ello hay que subestimarlo pues esconde lugares insólitos como sa Cova des Culleram. Esta cueva se esconde entre los montes de esta localidad y guarda parte de la historia más remota de la isla pues aquí se encontró el mítico busto de la Diosa Tanit, emblema del pasado púnico de la isla. Su importancia histórica es patente pero también llama la atención la belleza de este enclave, rodeado de estalactitas y estalagmitas que lo convierten en una imagen insólita de la isla digna de visitar. Disfruta de un agradable paseo por los bosques de la zona hasta descubrir, como les sucedió a los arqueólogos del pasado, los tesoros que esconde este lugar tan importante para la historia ibicenca.
Sant Llorenç de Balàfia
En el interior de la isla se encuentra el encantador pueblo de Sant Llorenç, una joya de la arquitectura ibicenca que brota entre el verdor de esta zona. Aquí encontrarás la paz y el sosiego típico del interior pero también es el hogar de una de los asentamientos tradicionales más espectaculares de la isla: el poblado de Balafia, un conjunto de varias casas que se sitúan a pocos metros del núcleo del pueblo. El interesante paisaje que conforman es una buena manera de aproximarse a la singularidad de la arquitectura ibicenca, descubrir cómo organizaban estas casas y entre todo esto, cabe destacar las dos torres de defensa que se alzan en el centro del conjunto y que en su día sirvieron para protegerse de posibles ataques corsarios.
Sant Miquel de Balansat
Sant Miquel es uno de esos pueblos que se configuran alrededor de un monte que antiguamente servía de perfecto mirador para controlar posibles incursiones en la isla. Y ahora este lugar, bautizado como Puig de Missa (Al igual que el de Santa Eulàlia), es el lugar ideal desde donde contemplar las vistas sobre el campo que envuelve a Sant Miquel. Aquí se alza su iglesia fortificada, una de las más antiguas de Ibiza datada en el siglo XIV, y que en su dia se construyó sobre las ruinas de un antigua alquería árabe. A este conjunto histórico se le suma la emblemática estatua de Marià Villangómez, poeta laureado de la isla que se inspiró en el paisaje de este bonito pueblo para escribir algunos de sus bellos poemas.