Calas de ensueño, playas de aguas color turquesa, paisajes vírgenes y montañas tapizadas de pinos y sabinas. Todo esto y mucho más es lo que podemos encontrar en el norte de Ibiza, la zona menos explotada de la isla, donde se puede disfrutar de playas menos transitadas, pueblos típicos de blancura encalada y la más auténtica esencia de Ibiza.
Empezamos por el puerto de Sant Miquel, situado a sólo 3,5 kilómetros del pueblo de Sant Miquel, famoso por su bellísima iglesia del siglo XV. El puerto cuenta con una playa y numerosas casetas varadero, así como con numerosos restaurantes, bares, comercios y todo tipo de servicios. Es un lugar ideal para la práctica de deportes náuticos y también se puede visitar la cueva d’en Marçà, situada en los acantilados y en la que podemos disfrutar de estalactitas, estalagmitas y lagos.
Si deseamos estar un poco más tranquilos podemos llegar hasta la calita Caló des Multons, situada a la izquierda del puerto de Sant Miquel. Para acceder solo tenemos que seguir un pequeño sendero indicado apropiadamente. Es una playita más pequeña, con piedras y arena, en la que hay un bonito chiringuito decorado en madera y tonos azules y blancos. Enfrente está Es Pas de s’Illa, otra pequeña playita que conduce a un islote llamado s’Illa den Bosc. Tiene aguas limpias y arena y grava y cuenta con un pequeño chiringuito.
Otro plan absolutamente recomendable es realizar una ruta por los pueblecitos y el interior, todavía marcado por un ambiente rural y agrícola. Tomamos como punto de partida Sant Miquel, un pueblo tranquilo, con su iglesia construida tipo fortaleza (es una de las más antiguas de la isla) y un paisaje rodeado de pinos y bosque mediterráneo. De ahí nos dirigimos a Sant Mateu d´Aubarca, probablemente uno de los pueblos que más mantiene su esencia. Cuenta con tan solo una iglesia y unas cuantas casas encaladas, así como un par de restaurantes.
Este pueblo es famoso por su vino, ya que en sus inmediaciones están las bodegas Sa Cova y Can Maymó, con denominación Vino de la Tierra. En invierno se celebra la famosa fiesta del vino, en la que se pueden probar gratuitamente los caldos que elaboran al modo tradicional las familias de la zona.
De ahí llegamos a Santa Agnès de Corona, pueblo más conocido por el nombre de Corona. Situado en una gran llanura tapizada por numerosos almendros, esta pequeña población está muy concurrida a final de enero, cuando se inicia la floración de este tipo de árboles, lo que constituye un auténtico espectáculo de la naturaleza. Lo ideal es dar un paseo por la zona y visitar los acantilados, donde hay un mirador desde donde se pueden ver los islotes de Ses Margalides.
En todo el recorrido podemos disfrutar de una excelente cocina. En el puerto de Sant Miquel encontramos restaurantes donde comer paellas y bullit de peix, por ejemplo el famoso restaurante Port de Balanzat. También en el mismo puerto hallamos Can Pascual, con una carta con platos combinados, pizzas y bocadillos gourmet. En Cala des Multons está el chiringuito Utopía, con platos sencillos y sus famosas sardinadas. También en los pueblecitos de Sant Mateu y Santa Agnès se puede comer muy bien. Por ejemplo en Sant Mateu encontramos el restaurante Can Cires, con cocina mediterránea e internacional y una preciosa terraza y Es Camp Vell, especializado en carnes y con numerosos platos de cocina casera. En Santa Agnès no podemos dejar de visitar el famoso bar de las tortillas, Can Cosmi.